Japonismo de Hokusai VS Neojaponismo de Akira Toriyama, ¡El combate definitivo!
Francisco Imbernón
Puede que el título de este artículo se parezca más al de un episodio de Dragon Ball, One Piece o de cualquier anime de demografía Shonen, pero en realidad lo único que pretendo es llamar tu atención sobre lo que mucha gente se pregunta: ¿Porqué nos seduce tanto la cultura Pop del país del sol naciente? Japonismo vs Neojaponismo, Ukiyo-e vs Manga. Hoy os hablo de la fascinación por “lo japonés”.
Pasión por la cultura japonesa
Existen muchas formas de llegar a Japón sin pisar el país: desde su historia, arquitectura, idioma, o incluso su gastronomía, aunque no hay ninguna duda que el camino en línea recta lo marcan el anime y el manga. Algo que hace veinte años era propio de frikis, actualmente y gracias a la democratización de estos medios, es fácil y habitual encontrar todo tipo de contenidos relacionados con el archipiélago nipón. En plataformas de streaming, literatura especializada e innumerables eventos se promociona el culto a «lo japonés». ¿Pero en qué momento se plantó esa semilla que ha germinado en nuestra fascinación por Japón?
La respuesta reside en el Neojaponismo.
Neojaponismo vs Japonismo
Antes de centrarnos en el fenómeno del neojaponismo, primero debemos hablar del término de origen, el japonismo. Un término acuñado por el crítico de arte galo Philippe Burty en 1876 para definir la influencia del arte japonés en el arte occidental a finales de siglo XIX.
Tengamos en cuenta que hasta 1854 Japón había permanecido aislado de occidente durante más de doscientos años. En un periodo en el que el colonialismo internacional había llegado más allá de las antípodas, se sabía muy poco del país del sol naciente. La limitada información llegaba principalmente de la comunidad holandesa, con la que Japón mantenía un irrisorio comercio en la pequeña isla artificial de Dejima frente a la bahía de Nagasaki.
Tras la coacción de Estados Unidos para que el gobierno Tokugawa abriera sus fronteras el intercambio cultural, sobre todo con el viejo continente, fue más que notable. Las estampas del mundo flotante Ukijo-e del artista Katsushika Hokusai, sirvieron de gran inspiración para artistas del impresionismo y post impresionismo europeo.
Esa atracción por lo desconocido y lo diferente, generó una moda europea por arte japonés en todo tipo de productos: porcelanas, sedas, bronces, lacas y grabados en madera.
La revolución del siglo XX y el Neojaponismo
El desenlace de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación norteamericana hasta 1952, supuso un punto y a parte para la sociedad nipona. En lo referido a la cultura popular y del entretenimiento, el país empezó a adsorber elementos de la cultura occidental creando las bases de un modelo hibrido y americanizado donde la música, el cine y los productos made in usa fueron de gran influencia para las nuevas generaciones.
Las maravillosas series de los 80
Sin querer profundizar, el denominado milagro económico de los años 60 y la revolución tecnológica posterior, convirtieron a la nación japonesa en la tercera potencia mundial a principios de los años 80. Un momento de bonanza económica donde los productos de entretenimiento como el manga, el anime y los videojuegos (Gêmu) se consolidaron dentro del territorio nacional y empezaron a ser conocidos más allá de sus fronteras.
El autor Akira Toriyama con sus mangas Dr. Slump (1980), y la omnipresente Dragon Ball (1984), lo catapultaron a la fama y convirtieron a esta última obra en un fenómeno social internacional, que abrió la puerta para que otros trabajos de la misma demografía se convirtieran en un éxito generacional. Los caballeros del zodiaco «Saint Seiya» (1985), Ranma 1/2 (1987), o la aparición de los estudios Ghibli con Mi vecino Totoro (1988), son sólo unos pocos ejemplos de lo que serían las bases del Neojaponismo.
El estallido de la Burbuja económica y el "softpower" japonés.
El estallido de la burbuja inmobiliaria en Japón a principios de 1990 hizo que el país entrara en una crisis económica sin precedentes, más de cinco millones de personas perdieron su empleo y cientos de empresas quebraron. Pasó de ser la segunda economía mundial, sólo por detrás de Estados Unidos, a ser el país con el mayor déficit del mundo en la actualidad. Su valor de deuda equivale a un 250% su PIB.
Con una situación financiera tan complicada, el gobierno japonés tuvo que buscar diferentes formas de revitalizar la economía, encontrando la respuesta en el softpower o el poder de la persuasión.
El geopolitólogo estadounidense Joseph Nye Jr. afirmó en su teoría del neoliberalismo (1977) : «Podemos coaccionarlos con amenazas, podemos inducirlos con sobornos, o mejor podemos atraerlos y asimilarlos para que quieran lo mismo que nosotros». Dicho de otra forma, hacer que los demás se comporten según mis propios intereses, sin que ellos lo noten. Esa es la clave del softpower, y algo que Estados Unidos ya iniciaría en los 80 con McDonald´s, CocaCola o el cine de Hollywood, pero también con marcas tecnológicas, como Microsoft o Apple. El país nipón con su potencial cultural y del entretenimiento, utilizaría esas mismas herramientas para pasar de una superpotencia tecnológica a una cultural.
La generación del "Cool Japan"
El sector de los videojuegos en la década de los 90 tuvo una expansión meteórica con Japón como principal protagonista, empezamos el decenio con el microordenador MSX, vivimos una guerra de consolas entre Sega y Nintendo, y terminamos con Playstation 2 de Sony.
La difusión de las series de animación japonesa en las televisiones, los manga, junto a grandes producciones como el largometraje Akira, llamaron la atención del público internacional. Una creciente popularidad que culminó con el Óscar de la academia de Hollywood en 2002 para El viaje de Chihiro como mejor película de animación.
Con estos resultados el gobierno japonés confirmó que la fórmula del neojaponismo funcionaba, por lo que ahora era el momento de potenciar la cultura de medios para generar más beneficios políticos y económicos. En 2010 el METI (El Ministerio de Economía, Comercio e Industria) puso en marcha el proyecto Cool Japan con la intención de difundir de forma masiva contenidos por medio del Manga, Anime, videojuegos, cine, J-pop, moda y la cultura tradicional. Un fondo de apoyo económico de entre 50 y 60 mil millones de yenes distribuidos en 20 años, aproximadamente 400 millones de euros. Una cifra desorbitada que demuestra la confianza en el proyecto para una sociedad tan conservadora como la japonesa.
Los objetivos eran muy claros: atraer la atención del turismo utilizando su capital cultural, y vender todo tipo de productos japoneses a nivel internacional.
Pese al éxito del turismo en 2019 superando la cifra de 32 millones de visitantes, el fracaso de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y el cierre de fronteras hasta octubre de 2022, han puesto en una situación muy complicada a la economía del archipiélago nipón. La próxima Exposición Universal de Osaka en 2025, supondrá todo un reto para el país y su economía. ¿Conseguirá Japón volver a ser el principal exportador de cultura popular?
En este video proyectado en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Río 2016, se presentó a Japón como el siguiente representante para 2020. En él podemos ver imágenes de personajes de anime, manga y videojuegos. Iconos Pop elegidos por el gobierno japonés para presentar el archipiélago nipón al resto del mundo. Incluso el ex primer ministro japonés Shinzo Abe se disfrazó del mítico Super Mario de Nintendo participando en la presentación. Toda una muestra perfecta de la estrategia Cool Japan.
Somos el resultado del Neojaponismo
El japonismo representa lo vivido del periodo Edo: los samuráis, las geishas y las costumbres de una sociedad aislada de occidente. El neojaponismo en cambio, atrae por la pura ficción: el manga, el anime con sus personajes, y algunos estereotipos un poco alejados de su sociedad. Un Japón creado bajo una imagen irreal preparada para el turismo y el consumo, que puede confundir a muchos Otakus y fans de su cultura que al mudarse al país, se llevan un gran golpe de realidad. No me mal interpretes, me encanta el país nipón y de eso va esta web, pero Japón no es todo lo que podemos ver en el manga y el anime por muy costumbristas que te parezcan las calles de la ciudad de Kasukabe de Shinchan.
Reconozco que mi pasión por la cultura japonesa es una consecuencia del softpower y del Cool Japan, un fan que nunca ha dejado de consumir manga, anime, videojuegos, cine, o cualquier producto relacionado.
Admito que me encanta volver por un momento a esa ficción llena nostalgia y melancolía, con fotocopias de Dragon Ball, los samuráis en blanco y negro de Kurosawa, o al soplar los cartuchos de mi vieja MegaDrive.
¡Gran artículo! y Gran cultura llena de tradiciones pero también de gran empuje futurista. Me gusta la unión de lo antiguo y lo nuevo, o más bien cómo desde las bases de la historia y la tradición se pede estar en la vanguardia del mundo y hacerlo francamente bien.
¡Enhorabuena por este trabajo y gracias!
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