Honjo Masamune, la fascinante historia de la legendaria espada samurái
Francisco Imbernón
Son las 4 de la mañana y el viejo artesano ya se está preparando, el pañuelo blanco que cubre su cabeza resalta con el color grisáceo de su curtida piel después de tantas décadas rodeado de hollín. Está a punto de amanecer en el valle, y el olor humeante a carbón ya asoma por la puerta de la forja, es hora de moldear el acero… Como si del Santo Grial se tratase, la famosa espada samurái Honjo Masamune sigue desaparecida sin rastro alguno. Hablemos de este tesoro nacional y su misteriosa historia.
La katana, la extensión del alma del samurái
No hay ninguna duda de que el mito del samurái es inconcebible sin su arma más popular, la katana. Una espada con una fina hoja y ligeramente curvada, de una longitud aproximada de un metro y apenas un kilogramo de peso. Una auténtica «guillotina» con un mango (tsuka), suficientemente largo para poder cogerla con ambas manos.
El origen de la actual katana se remonta al periodo Kamakura (s.XIII) durante la invasión de Japón por parte de los mongoles. Las espadas de los guerreros japoneses (Tachi) se partían con facilidad frente a la dureza de las armaduras y armas mongolas, por lo que los herreros japoneses tuvieron que mejorar el diseño. Necesitaban una espada dura a la vez que flexible para poder adsorber los impactos sin llegar a partirse, algo que se conseguía gracias a una aleación de hierro y acero, pero sobre todo al número de capas de la hoja, a mayor número de capas, mayor será la fuerza y la resistencia de la katana.
La creación de la katana y su misticismo
A diferencia de otras espadas, el proceso original de creación de una katana está lleno de simbolismo.
Quizás creamos que este desarrollo es puramente mecánico, pero en realidad, se trata más bien de la creación de una obra de arte. Los expertos herreros (kaji), vestidos con trajes ceremoniales sintoístas, ritualizaban toda la fabricación dándole una representación prácticamente religiosa.
El proceso de creación de una espada samurái podía llegar a durar hasta 3 meses, desde la minuciosa elección de las piedras de metal, hasta la finalización de la detallada ornamentación.
Dentro de los maestros espaderos, la figura más destacada quizás es la de Masamune, forjador que vivió entre los siglos XIII y XIV, responsable de crear espadas que actualmente son tesoros nacionales de valor incalculable.
Su popularidad no sólo residió en la calidad de sus trabajos, sino en adaptar y perfeccionar los métodos de forjado a las necesidades de los nuevos tiempos.
Algunos creen que incluso el legendario samurái Miyamoto Musashi fue poseedor de una katana de Masamune.
Entre todos sus trabajos existió uno, y recalco lo de existió, ya que fue una de las katanas más importantes de la historia del Japón feudal, la Honjo Masamune.
Honjo Masamune, una popularidad nacida del mito
Prácticamente todas la obras encontradas de Masamune se mantienen en un perfecto estado de conservación, hablamos de katanas con más de 700 años de antigüedad.
Si nos centramos en el número de capas en la hoja de una katana, se dice que la Honjo Masamune poseía más de 30.000 capas. Esto se conseguía gracias a un proceso denominado shita-kitae que consiste en calentar el acero, doblarlo y amartillearlo, repitiendo todo la secuencia hasta conseguir el resultado deseado.
Originalmente la famosa katana estuvo en las manos del general Honjo Shigenaga ganándola en un duelo a muerte en la batalla de Kawanakajima, aunque una espada de esa calidad estaba destinada a terminar bajo la custodia de una de las figuras más importantes del país nipón, el Shogun Tokugawa Ieyasu.
Por aquel entonces la gente creía que la espada concedía poderes sobrenaturales, se decía que el shogun Tokugawa consiguió unificar el país gracias a poseer la Honjo Masamune. Dicha espada perteneció al clan Tokugawa durante todo el Shogunato durante más de 200 años. Fue tal su popularidad, que fue declarada tesoro nacional en 1939.
La misteriosa desaparición de la Honjo Masamune
Durante la Segunda Guerra Mundial, se produjeron espadas a gran escala y de muy mala calidad. Katanas creadas con hierro fundido de las vías de tren y otras procedencias, las cuales fueron entregadas a los soldados imperiales simplemente a modo de talismán. Una forma de otorgarles ese sentimiento de fuerza y espíritu similar al de los antiguos samuráis.
Después de la derrota nipona en 1945, el ejército de ocupación ordenó a todos los ciudadanos que entregaran las katanas que tuvieran en su poder. No importaba el tipo ni la calidad, todas las armas debían ser entregadas y custodiadas en las comisarías más próximas.
Esto no fue una acto de protección, sino más bien una forma de debilitar al pueblo japonés siendo conscientes del simbolismo que la katana ejercía.
Una orden que contó con la desaprobación de la mayor parte de la nobleza nipona.
Tokugawa Iemasa, por aquel entonces Presidente de la Cámara de los Pares, decidió dar ejemplo y entregar toda la colección de espadas de su familia en una comisaría de Tokyo, entre las cuales se encontraba la Honjo Masamune.
Según algunos registros, las katanas fueron custodiadas por un sargento con el nombre de Coldy Bimore, aunque no ha podido verificarse la autenticidad de estos datos. Y es justo aquí, en este preciso momento de la historia, donde se pierde el contacto con la famosa Honjo Masamune.
Teorías sobre el paradero de la Honjo Masamune
Mucho se ha hablado y especulado sobre este asunto, y la verdad es que la mayoría de esta espadas fueron fundidas o entregadas a los soldados estadounidenses como un mero souvenir.
Con el paso de los años muchas katanas han sido recuperadas, algunas de ellas de un gran valor, incluso del maestro Masamune, pero no nuestra protagonista. Sólo existe una forma fidedigna de identificar que una katana procede de las manos de Masamune, y esta es el Hamon.
El Hamon es el patrón que queda en la hoja después de realizar un templado con arcilla. En la fabricación tradicional este patrón es único e irreproducible; por lo que podríamos decir que el Hamon es la huella dactilar de una katana.
Seamos sinceros, las teorías sensacionalistas sobre su paradero son las que más nos atraen, y estas son muy diversas:
Algunos creen que después de la Segunda Guerra Mundial, la influencia de la Yakuza y su relación con la policía japonesa, hicieron que el sable de Masamune terminara en manos de algún clan de mafiosos de los más bajos fondos nipones. ¿Quién no querría tener un instrumento capaz de dominar el país y poder vencer en cualquier batalla?
Otros creen que Tokugawa Iemasa nunca llegó a entregar la Honjo Masamune consciente de su gran valor, y todavía sigue en las manos de la familia de los antiguos Shogunes. Una dinastía que todavía perdura, dentro de conglomerados de empresas, la política, y en la clase más influyente del Japón actual.
Honjo Masamune, otro mito para los cazatesoros.
Puede que la Honjo Masamune terminara derretida y convertida en un bloque de metal inerte junto a otras espadas sin valor, aunque lo que más nos gustaría creer es que todavía sigue abandonada en algún desván, de quizás una casa de Oklahoma, esperando a que algún cazatesoros la encuentre.